Existen diversos lugares donde enfocar nuestros ojos
mientras meditamos, y según en cuáles ponemos nuestra atención conseguimos estimular una parte u otra
del cerebro.
Enfocar la mirada interior en el entrecejo, en el nacimiento
de la nariz, en el ajna, en el tercer ojo, suele ser lo más común en una meditación. Los ojos se elevan ligeramente. Estimulamos
el shushmana , el canal central de energía que pasa por el interior de la columna vertebral, y
la glándula pituitaria, que es la glándula maestra del sistema endocrino. Este
enfoque facilita que desarrollemos nuestra intuición y la capacidad de conocer
lo desconocido.
También podemos enfocar la atención en la coronilla, en el tope de la cabeza. Con los
ojos cerrados y rotados hacia arriba, como si intentases ver a través de tu
cabeza. Se estimula la glandula pineal y el chakra corona, que nos eleva a una
conciencia superior .
Si enfocamos en la punta de la nariz, ida y pingala, los otros dos canales energéticos que corren paralelos a la columna, se
equilibran y estimulamos la glándula pineal y el lóbulo frontal del cerebro (el
que controla nuestra personalidad). Usualmente se hace con los ojos una decima
parte abiertos. Acalla y asegura la mente durante la meditación. Se crean
nuevas rutas de energía en los patrones cerebrales.
Enfocando en la punta de la barbilla, es calmante y
refrescante. Es como ver mentalmente a través del mentón, permite verse a uno
mismo con claridad.
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