martes, 24 de enero de 2023

¿MIEDO A QUÉ?

 




¿Miedo a qué, exactamente?

El miedo más común es el miedo a la reacción negativa de los demás contra uno mismo. Variantes de miedos que entrarían dentro de esta definición serían el miedo a no ser querido, a no ser comprendido, a ser rechazado, a ser despreciado, miedo a la agresividad, a la violencia física o psíquica, o el miedo a la soledad.

El temor a la reacción negativa de los demás alimenta a su vez el miedo a manifestarnos tal y como somos. La persona que se deja llevar por este miedo acaba por amoldarse a una forma de ser que no es la suya, sino que es la que los demás quieren que sea.

Los demás pueden ser personas cercanas, queridas por la persona, o al menos personas de las que esperamos cariño, generalmente de la familia (madres, padres, hermanos, pareja, etc.), pero también se puede extender en general a cualquier relación humana. Este miedo es muy frecuente que provenga de la infancia, cuando el niño o niña ha sido objeto de maltratos, abusos físicos y psicológicos, dentro o fuera de la familia.

¿Cómo llevar luz a nuestras sombras y reconocerlas?

Un hecho esencial desde las primeras transacciones relacionales son las emociones. Tanto si son positivas como si son negativas, representan auténticos impactos emocionales de diversa consideración.

Algunas nos condicionan emocionalmente por toda la vida. Así es cómo aprendemos a valorarnos, en función del modelo. Así, aprendemos a sentir diversas emociones y a tener sentimientos de todo tipo: gozo y seguridad, miedo y ansiedad, paz y serenidad, culpa y enojo. Toda la lista de emociones, tanto las negativas como las positivas, las experimentamos, en uno u otro momento. Nuestro mundo emocional se forma en el seno de las relaciones.

Las personas que más tienen que enseñarnos suelen ser las que nos muestran hasta dónde somos realmente capaces de amar. La gente que consciente o inconscientemente cuestiona nuestras actitudes de miedo y nos muestra las murallas que nosotros mismos hemos fabricado contra el amor, son generalmente los maestros que hemos elegido para sanar en esta experiencia física.

Esta manera de sentirnos, seguros o con miedo, configura en nuestro interior una segunda identidad, puesto que la verdadera identidad es que somos un SER, hecho de energía, de inteligencia, de amor y felicidad, pero que se ve desplazado cuando el niño o niña comienza a hacerse la idea de que su valor o aprecio lo es en la medida en que responde a las expectativas del modelo familiar. En el caso contrario, el miedo y la angustia tienen un papel fundamental.

Yogi Bhajan nos explica que al ser humano solo lo mueven dos emociones el MIEDO y el AMOR. Para dejar de sentir miedo hay que empezar a sentir amor. Y para dejar de sentir miedo hay que ser consciente de que lo estamos sintiendo, y hay que saber que nos lo produce para poder observar con la perspectiva necesaria la fuente que lo genera y así llegar a la comprensión que nos libera.

Podemos afirmar que hay un tipo de miedo, si podemos llamarle así, que es necesario, es la alerta que se manifiesta física, mental y emocionalmente que nos avisa de que no tenemos todas las herramientas para vivir una experiencia determinada sin poner en riesgo nuestra integridad. A este miedo nos es tremendamente útil escucharle y cuando desaparezca será la señal que nos dirá que ya estamos preparados.