jueves, 7 de junio de 2012

MEDITACIÓN DE LA MIRADA SUAVE: CONFIAR Y HABLAR CON NUESTRO CUERPO




Los antiguos maestros de yoga decían: “Si creas una condición auspiciosa en tu cuerpo y en tu entorno, la meditación y el conocimiento se presentarán automáticamente”. Existe una relación importante entre la postura del cuerpo y la actitud de la mente cuando nos enfrentamos a una meditación. La mente y el cuerpo están relacionados entre sí, y la meditación se produce naturalmente cuando la postura física y la actitud mental son las apropiadas.
Sin embargo, existen meditaciones que pueden practicarse sentados, de pie o acostados, y esta, la Meditación de la Mirada Suave, es una de ellas.

Cómo hacerla:Elige la posición y constrúyela. Luego cierra los ojos y lleva la conciencia al interior de tu cuerpo, escogiendo un lugar dentro de él (vientre, corazón, plexo solar, etc.) donde te sientas “como en casa” y puedas conectar con tu mundo interior. Respira larga y profundamente, calmándote, entrando en un estado de profunda relajación y quietud.
Cuando tengas la sensación de estar arraigad@ en tu cuerpo, abre los ojos con extrema lentitud, milímetro a milímetro, y permite que todo lo que caiga dentro de tu campo de visión entre en ti a través de tus ojos. No importa si es sólo un objeto o todo un panorama, simplemente deja que entre. Comprobarás que tu mirada se ha vuelto más sosegada y tranquila.
La mirada se hace pasiva, es como si la visión se invirtiera, tus ojos están recibiendo energía y no dispersándola como en la visión normal. En ese momento descubrirás que hay más paz y compasión en tu mirada, más ecuanimidad, más aplomo.
La clave está en prestar atención a tu cuerpo, permaneciendo arraigado en la ‘casa’ que hayas elegido. Si pierdes ese arraigo, como suele suceder cuando tenemos los ojos abiertos, cierra los ojos de nuevo lentamente y vuelve a comenzar.

Tiempo: de 10 a 30 minutos.

Para terminar: Inspira profundamente, y con la exhalación cierra muy lentamente los ojos, reteniendo la imagen en tu mente. Luego ve hacia tu corazón y busca dentro de él un cofre pequeño y brillante.
Cuando lo abras comprobarás que a pesar de su tamaño contiene todo lo que ha significado algo en tu vida (el primer juguete, el primer beso, las primeras vacaciones, etc.). Toma con suma delicadeza la imagen y guárdala en el cofre.

Beneficios de la meditación: 
Al provocar que la energía que normalmente sale hacia fuera mediante nuestra visión retorne a tu corazón, expandimos nuestra energía yin (la femenina, nuestra parte receptiva e intuitiva) y una de sus características fundamentales: la receptividad. Es muy indicada para personas con baja autoestima y temerosas de abrirse a los demás. Nos ayuda a adquirir la capacidad de ser receptivos y perder el miedo a ser vulnerables.
Cuando estés triste o desorientad@, recuerda que tienes ese pequeño cofre en tu corazón y que al abrirlo la vida se vuelve mucho más dulce.
Cuando medites, invítate a percibir tu autoestima, la dignidad y la sabiduría del ser creativo y poderoso que eres. Si te dejas inspirar sencillamente por esa gozosa confianza, ya es suficiente: de esa comprensión surgirá espontáneamente la meditación.

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