Vivimos en una sociedad en la cual el éxito suele ser la medida de todas las cosas. Éxito profesional, éxito social, éxito económico… Tener éxito parece ser el fin, el objetivo casi único de todos los seres humanos.
¿Pero qué es el éxito? ¿Qué es la prosperidad? ¿Qué significa ser una persona afortunada? En contra de lo que nos dice esta sociedad, no es el dinero, ni los bienes, ni los títulos o el reconocimiento social. El éxito se produce cuando haces que tu personalidad real se despliegue. Cuando logras ser feliz y haces que todos a tu alrededor sean felices. Cuando estás satisfecha y haces que los demás estén satisfechos. Cuando estás sana, y haces que todos estén sanos.
Hay unas pocas facultades necesarias para ser afortunados: Bondad. Paciencia. Organización. Coraje. Autenticidad. Y hay también una serie de valores imprescindibles: Espíritu. Verdad. Constancia. Y una idea: interiorizar la idea de que has cumplido con tu deber en el pasado, que lo cumples ahora y que lo cumplirás en el futuro.
A continuación, vamos a crear las condiciones necesarias para que nuestra buena voluntad prevalezca y defina nuestra actuación repitiendo mentalmente estas afirmaciones:
La ley infinita de la abundancia fluye a través de mí.
Soy el canal del amor y de las bendiciones, a través del cual todo lo bueno se expresa.
Soy una persona próspera y exitosa.
Experimento la bonanza de muchas cosas buenas.
Estoy en sintonía con la plenitud interior, que es la fuente de todo suministro.
Soy uno/una con la riqueza de la vida.
Mi conciencia se expande y soy una persona productiva y útil.
Me dedico a hacer buenos trabajos para todo el mundo, y la bonanza retorna a mí multiplicada.
Es exitoso aquel que ha vivido bien, reído a menudo y amado mucho, aquel cuya vida es una inspiración, cuya memoria es una bendición.
Creo en el vivir bien. Soy una buena persona. Pongo en mi tránsito por la vida todo lo que tengo.
Hago un buen trabajo en hacer de mí lo mejor y más alto.
Vivo en la generosidad y la extroversión.
Tengo una equivalencia mental de expansión y crecimiento.
Alabo y bendigo los recursos internos de mi espíritu.
Doy gracias por mis talentos y habilidades. Estoy desarrollándome constantemente.
Cada día estoy un poco más cerca de mi meta de realización.
La riqueza del reino interno está vertiéndose sobre mi mente y mi corazón a cada momento.
Mi copa rebosa. Todo lo que el Universo posee es mío.
Estoy permanentemente en conexión con el flujo enriquecedor de la vida. Me renueva, refresca y repone. Me transformo gracias a la renovación de mi mente.
El Universo sabe qué necesito antes de que lo pida.
Es un privilegio del Universo darme su reino. Yo lo acepto. Lo uso sabiamente, lo aumento y se lo traspaso a los demás.
Soy rico/a en cada sentido del mundo.
Estoy lleno/a a rebosar.
Alabo al Universo del que llegan todas las bendiciones.
Doy gracias por la abundancia ilimitada ahora.
Y así es.
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