jueves, 24 de mayo de 2012

CANTO Y SONIDO TERAPÉUTICO: LA VIBRACIÓN QUE CURA




El origen de la enfermedad suele ser multifactorial, lo que quiere decir que se deben dar varios factores para que ésta se produzca. Entre esos factores, el aspecto energético o su origen psicológico es el primero a tener en cuenta.
Síntomas y enfermedades, y manifestaciones físicas de conflictos psicológicos, no son otra cosa que la punta del iceberg. La causa verdadera de una enfermedad está profundamente escondida en nuestra conciencia, porque si el problema o conflicto psicológico que causa la enfermedad formara parte de nuestra conciencia, no enfermaríamos.

La enfermedad, no obstante, nos hace sinceros. Saca al exterior lo que estaba escondido. El que busca verdaderamente una solución a su enfermedad tiene que ir hacia su interior para sanarse. Cuando una persona sufre un desequilibrio en su interior más profundo, eso se manifestará en su cuerpo como un síntoma o una enfermedad. Es un mensaje del alma, que nos avisa que tenemos que hacer un cambio en algún ámbito o aspecto. Si nos limitamos a tomar un calmante, puede que funcione o puede que no, pero no estaremos curándonos; sencillamente estaremos utilizando un medicamento de forma paliativa, y con ello no evitaremos que próximamente volvamos a padecer otros ataques de migraña u otras contracturas musculares, por ejemplo. Para curarnos, lo que hay que hacer es investigar en nuestro interior y buscar la causa de la enfermedad. Hay que apartar la mirada del síntoma y buscar más allá. Ir al origen, a la raíz del problema.
El desafío al que nos enfrenta la enfermedad es el de hacer un examen de conciencia, para poder finalmente descubrir de qué forma estamos mejorando como personas, de qué forma nos estamos haciendo completos, o qué valor positivo nos está aportando la enfermedad. La sinceridad para con uno mismo es una de las más difíciles peticiones que el ser humano puede hacerse. El síntoma y la enfermedad ponen en evidencia cuestiones reprimidas y ocultas, y por tanto nos hacen más abiertos y vulnerables. De algún modo, nos devuelve a la infancia.

La terapia con sonido puede ayudar en esa búsqueda, pero quien realmente se cura es el paciente, el propio enfermo, y se cura cuando decide curarse. Cuando decide ir hacia su interior y preguntarse qué está haciendo mal, o qué está pensando mal.
La terapia del sonido trabaja con las frecuencias sonoras de la propia voz o de la voz del terapeuta (o ambas), más las vibraciones de instrumentos como los cuencos de cuarzo, los cuencos tibetanos, el gong, los armonizadores energéticos, el buthang, el shruti, etc. La terapia del sonido nos hace resonar con la verdad, con nuestra verdad; a través de la intuición nos acerca a la luz y al conocimiento, y es el primer paso para curarse. A veces solamente trayendo a la conciencia el problema, la enfermedad o el síntoma se resuelve.
El arte del sonido y el canto terapéutico, o terapia vibracional, está basado en los últimos descubrimientos de la física cuántica, que dice que todo lo que existe en el universo, absolutamente todo, tiene su vibración o frecuencia vibratoria, y que no somos otra cosa que energía vibracional. 

La terapia del sonido tiene más de veinte años de existencia, y durante todo ese período se ha demostrado científicamente que funciona para todo tipo de enfermedades, incluso las más graves o degenerativas. La terapia con sonido restablece la armonía vibratoria de las células de nuestro cuerpo y de nuestra mente, modificando las frecuencias erróneas o no saludables que acompañan a la enfermedad o al síntoma. Siendo además una terapia de relajación y de meditación que consigue modificar nuestras ondas cerebrales, nos ayuda a alcanzar otros estados de conciencia, haciéndonos más receptivos a la curación espontánea. Funciona también como una herramienta de crecimiento interior o auto-transformación. De forma natural y muy sutilmente nos purifica, haciéndonos mejores personas y dándonos la paz, la sabiduría y la serenidad que se necesitan para resonar con la verdad y el conocimiento.

En las sesiones de terapia del sonido se utiliza básicamente la voz con entonación, armónicos, improvisación de voz, canto creativo, etc. Se trata de utilizar nuestra voz como instrumento sanador para sacar al exterior cualquier tipo de energía bloqueada que nos cause malestar. Los cuencos de cuarzo y tibetanos, así como instrumentos acústicos exóticos, nos ayudarán en este proceso.
Como beneficios añadidos obtendremos una mejoría del sueño, un aumento de la confianza en nosotros mismos, y nuestro carácter cambiará para mejor, nos convertiremos en personas más calmadas, más optimistas y positivas, más abiertas de carácter, y nos sentiremos más felices y más a gusto con nosotros mismos y con todo lo que nos rodea.
La terapia del sonido puede realizarse de forma activa, asistiendo a talleres donde se nos enseñe a trabajar nuestra voz, con una serie de prácticas de entonación muy fáciles de realizar. También se puede recibir de forma pasiva, sometiéndose a una terapia con un terapeuta de la voz y el sonido. En este caso, el paciente se estira en la camilla, cierra los ojos y se concentra en los sonidos que oye. Sólo tiene que escuchar los sonidos. Es como una sesión de relajación o meditación profunda. Un masaje vibratorio tremendamente profundo y efectivo.

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